Reseña Histórica
Epoca Precolombina
Petroglifos hallados en la región de Talampaya evidencian que la Provincia de La Rioja estuvo habitada desde alrededor de 10 mil años. Sin embargo los pueblos que los españoles encontraron en este territorio a su llegada eran tres: los diaguitas en la región central; los capayanes en el oeste; y los olongastas en el sur del territorio.
Los diaguitas eran un pueblo agricultor y sedentario influenciado por la cultura incaica del norte, que sin embargo conservó su lengua primitiva: el cacán. Su economía giraba en torno a la cría de llamas, la recolección de frutos como la algarroba y el chañar y el cultivo en terrazas de papas, zapallos, maíz y porotos.
Estaban organizados bajo el liderazgo de un jefe, quien mandaba sobre varios grupos. Su culto a la tierra (Pachamama) era la base de su devoción religiosa, la que se extendía hacia otros símbolos de la naturaleza como el sol, el trueno y el relámpago.
Los capayanes, al igual que los diaguitas pertenecían al grupo que hablaba la lengua cacán y vivían en casas de adobe al pie de un árbol cuya copa servía de techo. Vestían camiseta larga de lana con adornos geométricos, sobre el que usaban un poncho y calzaban sandalias de cuero.
Eran agricultores y entre sus cultivos estaban el maíz, el zapallo y la quínoa. Irrigaban sus campos mediante acequias y canales de riego. Criaban llamas y recolectaban frutas como complemento de su economía.
Las principales muestras de la artesanía capayán estaban dadas por su cerámica y sus tejidos. Dentro de la primera destacaba la creación de urnas funerarias decoradas geométricamente, casi siempre en negro, rojo y blanco, ollas, platos y pipas de barro.
Los olongastas, también agricultores, cultivaban maíz y zapallo, recolectaban los frutos del algarrobo, el mistol y el chañar, cazaban y criaban llamas. Eran sedentarios y vivían en viviendas de las que no han quedado restos. Vestían camiseta y se pintaban el cuerpo como adorno.
Su cerámica era rudimentaria y en ella primaba el uso de colores negros y rojizos naturales con guardas geométricas en bajorrelieve. Entre sus armas estaban el arco y la flecha con punta de piedra, hachas de piedra y madera, raspadores de piedra y boleadoras.
Período Colonial
Al promediar el Siglo XVI el entonces Gobernador de Tucumán, Don Juan Ramírez de Velazco, acuerda una travesía para repoblar la ciudad de Londres junto al guerrero español de gran actividad en la consiquista del noroeste y rico hacendado Blas Ponce, quien costea la costosa empresa.
La campaña se pone en marcha los primeros días del mes de abril de 1591, compuesta por un gran grupo de españoles, una colonia importante de aborígenes amigos, con apoyo logístico de carretas, bueyes, caballos y ganado, aves, semillas y herramientas para la producción de la tierra.
Al llegar a la Quebrada de la Cébila reciben novedades sobre la existencia de las minas del Famatina. Desde allí, la ambición por el oro es más fuerte que la idea de la repoblación de la vieja Londres; decidiendo cambiar de rumbo hasta llegar a la zona del Yacampis.
Elegido el lugar y para el mejor aprovechamiento del agua, se dispone la Fundación de la Nueva Ciudad en el sitio que hoy ocupa la actual Plaza Principal, el día 20 de mayo de 1591, denominándola en homenaje a su Rioja natal (España) "Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja".
En un principio la nueva Ciudad queda sujeta al gobierno de Tucumán, bajo el virreinato del Perú y tras un tiempo Velazco transfiere el poder sobre la Ciudad a Blas Ponce.
Rápidamente la nueva ciudad va tomando importancia entre las poblaciones del Tucumán y ya en 1606 contaba con 62 vecinos y 6000 aborígenes pacificados a la vida española. Sin embargo, toda la región de La Rioja sufre durante décadas los ataques de los aborígenes calchaquíes y diaguitas, que no toleraban los asentamientos españoles en la región.
A diferencia de otros puntos de la geografía del Tucumán y del Plata, la región no tuvo un importante movimiento urbano debido a la escasez de la actividad comercial, por lo que en La Rioja evoluciona una clase dominante de perfil rural que ya evidenciaba durante el siglo XVIII.
Hacia 1783, La Rioja pasa a la órbita de la gobernación de Córdoba del Tucumán, siendo el Marqués de Sobremonte su intendente. Este, en 1785, señalaba en un informe sobre el área de La Rioja una población de 9887 habitantes, de los cuales 2287 vivían en la ciudad y el resto en las regiones de Arauco, Los Llanos, Famatina y Guandacol.
La economía riojana durante la época colonial, se apoyaba en la producción agrícola de maíz, fruta, vino, aguardiente y algodón.