07 enero 2009

CUENTOS INFANTILES


Los cuentos estimulan la imaginación y la fantasía de los niños
Cuentos infantiles
Muchas veces la correría del día a día, las prisas, la infinidad de trabajo, dentro y fuera de casa, no nos deja tiempo para nada más. Cuando llega la noche, lo único en que pensamos es en estirarnos en la cama y descansar. Sin embargo, el relajamiento también se puede conseguir de otras maneras. Leyendo un cuento a tu hijo, por ejemplo. De esta forma, estarás potenciando su imaginación y creando lazos de afectividad entre ustedes. Y llegarás a la conclusión de que el "Érase una vez..." tiene efectos mágicos para ambos.
A disfrutar...!


Peter Pan

En las afueras de la ciudad de Londres, vivían tres hermanos: Wendy, Juan, y Miguel. A Wendy, la mayor, le encantaba contar historias a sus hermanitos. Y casi siempre eran sobre las aventuras de Peter Pan, un amigo que de vez en cuando la visitaba.

Una noche, cuando estaban a punto de acostarsean, una preciosa lucecita entró en la habitación. Y dando saltos de alegría, los niños gritaron: - ¡¡Es Peter Pan y Campanilla!! Después de los saludos, Campanilla echó polvitos mágicos en los tres hermanos y ellos empezaron a volar mientras Peter Pan les decía: - ¡Nos vamos al País de Nunca Jamás! Los cinco niños volaron, volaron, como las cometas por el cielo. Y cuando se encontraban cerca del País de Nunca Jamás, Peter les señaló: - Allí está el barco del temible Capitán Garfio. Y dijo a Campanilla:
- Por favor, Campanilla, lleva a mis amiguitos a un sitio mas abrigado, mientras yo me libro de este pirata pesado.
Pero Campanilla se sentía celosa de las atenciones que Peter tenía para con Wendy. Así que llevó a los niños a la isla y mintió a los Niños Perdidos que Wendy era mala.

Creyendo-se en las palabras del hada, ellos empezaron a decir cosas desagradables a la niña. Menos mal Peter llegó a tiempo para repararles. Y les preguntó:
- ¿Porque tratan mal a mi amiga Wendy? Y ellos contestaron
- Es que Campanilla nos dijo que ella era mala.
Peter Pan se quedó muy enfadado con Campanilla y le pidió explicaciones. Campanilla, colorada y arrepentida, pidió perdón a Peter y a sus amigos por lo que hizo. Pero la aventura en el País de Nunca Jamás solo acababa de empezar.

Peter llevó a sus amiguitos a visitar la aldea de los indios Sioux. Allí, encontraron al gran jefe muy triste y preocupado. Y después de que Peter Pan le preguntara sobre lo sucedido, el gran jefe le dijo:
- Estoy muy triste porque mí hija Lili salió de casa pela mañana y hasta ahora no la hemos encontrado. Cómo Peter era el que cuidaba de todos en la isla, se comprometió con el Gran Jefe de encontrar a Lili. Con Wendy, Peter Pan buscó a la india por toda la isla hasta que la encontró prisionera del Capitán Garfio, en la playa de las sirenas. Lili estaba amarrada a una roca, mientras Garfio le amenazaba con dejarla allí hasta que la marea subiera, si no le contaba adonde era la casa de Peter Pan. La pequeña india, muy valiente, le contestaba que no iba a decírselo. Lo que ponía furioso al Capitán. Y cuando parecía que nada podía salvarla, de repente oyeron una voz:
- ¡Eh, Capitán Garfio, eres un bacalao, un cobarde!¡A ver si te atreves conmigo! Era Peter pan, que venía rescatar a la hija del Gran jefe indio. Después de liberar a Lili de las cuerdas, Peter empezó a luchar contra Garfio. De pronto, el Capitán empezó a oír el tic-tac que tanto le horrorizaba. Era el cocodrilo que se acercaba dejando a Garfio nervioso. Temblaba tanto que acabó cayéndose al mar. Y jamás se supo nada más del Capitán Garfio.

Peter devolvió a Lili a su aldea y el padre de la niña, muy contento, no sabía cómo dar las gracias a él. Así que preparó una gran fiesta para sus amiguitos, quiénes bailaron y pasaron muy bien.
Pero ya era tarde y los niños tenían que volver a su casa para dormir. Peter Pan y Campanilla os acompañaron en el viaje de vuelta. Y al despedirse, Peter les dijo:
- Aunque crezcáis, no perdáis nunca vuestra fantasía ni vuestra imaginación. Volveré para llevaros a una nueva aventura. ¡Adiós amigos!
- ¡Hasta luego Peter Pan! gritaron los niños mientras se metían debajo de la mantita porque hacía muchísimo frío.
FIN

CELINA LA HORMIGUITA

La historia pasó en un hormiguero muy bien escondido, repleto de ventanitas, donde se ven entrar y salir permanentemente a los movedizos habitantes durante todo el día. Un verano, Margarita vio a una hormiga que se esforzaba de un modo original, y le llamó la atención. Era la hormiga CELINA, hermana mayor de una numerosa familia de catorce hijos. Sus papás contaban con ella para que después del colegio o de jugar, los ayudara a juntar palitos, semillas y hojas que servían para alimentarse durante el invierno.

Ese verano en particular, CELINA había trabajado mucho, porque su mamá se había ido de viaje unos días a visitar a Penina, una tía anciana que vivía en un hormiguero lejano. Margarita nos contó que era en la otra punta del terreno.
CELINA deseaba que, al regresar, su mamá pudiera descansar y contarle todas las cosas que había visto en el camino. Por eso, trabajó casi sin descansar juntando hojas, durante el tiempo que su mami no estuvo. Así, el depósito de la casa ¡había quedado repleto de palitos y hojas!

El día del regreso había llegado y CELINA se esmeró aún más: preparó una bella mesa para tomar el té, con tarta de frutillas, su preferida, y cuando terminó dijo: “Voy descansar en el sillón hasta que mamá abra la puerta”. Pero, tan, tan cansada estaba que se quedó dormida y cuando llegó Enriqueta (así se llamaba su mamá) ¡no la pudo despertar! Durmió casi un día entero. Es que CELINA se había esforzado al punto de quedar exhausta y no pudo disfrutar de lo que más deseaba...
Al despertar, Enriqueta o Queta como le decían todos, estaba a su lado acariciándola y susurrándole:
- mi laboriosa hormiguita, gracias por todo lo que te esmeraste, pero no era necesario que lo hicieras vos sola, estaban tus hermanos para ayudarte.

Al fin, pudieron conversar, Queta le contó del paisaje florido que había visto en el camino, y le trajo de regalo unas ricas hojas de Arándano de la casa de Penina.
CELINA había aprendido una gran lección: no olvidarse de descansar y de disfrutar, a pesar de lo que se propusiera hacer. Por eso, dijo:
-Después de todo lo primordial es compartir con los que amo lo mejor de mí. Y si sólo pienso en trabajar me pierdo lo importante.

CELINA siguió siendo una hormiga hacendosa pero más feliz. Es que había aprendido que llevar la carga tiene sentido, si nos queda alegría y tiempo para amar.
FIN